OPINION

PUENTE NEGRO

¿Premio o castigo a no vacunados?

* Guillermo Bañuelos

Con el argumento de frenar la pandemia, Jesús Estrada y Luis Guillermo Benítez insisten en restringir los desplazamientos de ciudadanos que no porten un certificado de vacunación, algo a lo que desde agosto se opuso tajantemente Andrés Manuel López Obrador.

“Nosotros no vamos a pedir ese tipo de comprobantes, eso está muy claro, pero sí cuidar que no haya contagios”, dijo el presidente. Pero los alcaldes citados no comparten el criterio presidencial.

Emmanuelle Macron, presidente de Francia, anunció la obligación de portar un certificado de vacunación y sentenció a sus ciudadanos: “¡Esta vez se queda usted en casa; nosotros, no!”.

Íñigo de Miguel, Doctor en Derecho y Filosofía e investigador de Bioética en la Universidad del País Vasco, reviró al mandatario francés que el mensaje de Macron es erróneo. “Los certificados están llamados a crear espacios libres de riesgo, en la medida de lo posible. Desde luego, no deben estar encaminados a restringir la libertad de acceso de nadie”, expuso.

Otro requisito en algunos países para viajar y acceder a algunos espacios urbanos es que presentemos pruebas de detección de Covid -tipo PCR o de sangre-, ante lo cual muchos proponen que los test sean gratuitos para evitar la inequidad contra ciudadanos sin poder económico para costear estas pruebas, detectar casos nuevos y contener la pandemia. Incluso, el 9 de marzo, la OMS informó que “no habrá vacunas para todos” y que eso creará “mayor desigualdad”.

Y ante la exigencia de algunos países de portar un certificado de vacunación para desplazarse o un ‘pasaporte Covid’ para viajar,  Michael Ryan, director del Programa de Emergencia (OMS) alertó que “si se toman decisiones sobre lo que pueden hacer o no las personas ya vacunadas y las que no lo están, se puede empeorar la desigualdad social que ya existe, dado que el acceso a las vacunas es desigual y no todo el mundo tiene acceso a ellas”. En realidad, apuntó, se han polarizado los protocolos y  es “catastrófico agregar esta forma de segregación”.

El 6 de abril, Margaret Harris, Portavoz de la OMS, se declaró en contra de exigir vacunación para viajar “porque aún no sabemos en qué nivel reducen las vacunas la transmisión. Además, en casos de vacunados se desconoce cuánto tiempo pueden durar sus anticuerpos”. Y sugirió: “Hay que tener en cuenta el tema de la discriminación que esta medida supondría en las  personas que por alguna razón no se han podido vacunar”.

El 13 agosto, en Culiacán, hubo una manifestación contra la aplicación de la vacuna. Los activistas argumentaron que ésta “es un experimento” y que la exigencia del certificado es “discriminación” y una “agresión a los derechos humanos y a las garantías individuales”.

Eran pocos, y aunque muchos podemos diferir, defendieron su derecho a usar tratamientos alternativos contra el Covid.

Estas disyuntivas generan reacciones encontradas y hasta polarizantes: para algunos, negarse a la vacunación o no estar vacunados por cualquier motivo, debe merecer un castigo o sanciones ‘ejemplares’, como no poder desplazarse con libertad o no acceder a sitios determinados. Esto significa premiar a quienes sí exhiban el certificado,  concediéndoles permiso oficial de hacer una vida social más relajada. Tras esto parece estar la creencia en que la vacuna impide la transmisión del virus a otros, lo que no parece ser tan cierto.

Además de aterrados ante los saldos catastróficos de la pandemia, estamos confundidos debido a que los distintos niveles de Gobierno no aplican estrategias y protocolos homologados. ¡Como ignorar qué el propio Presidente de México desdeña el uso de cubrebocas!

No es tarde aun para mejorar el manejo de la pandemia, uniformar criterios entre las autoridades sustentados en la ciencia, y emprender campañas de divulgación libres de manipulación política.

No hacerlo acentuará otras pestes que afectan la salud y la estabilidad mental de todos: el miedo real o creado; la desinformación prevaleciente y una discusión política e ideológica que cada día contamina más nuestra vida pública.

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– A propósito, ¿por qué no se vacuna la gente? 1. A muchos no los ha alcanzado la jornada de vacunación ; 2. creen que las vacunas pueden ser nocivas, 3. padecen enfermedades o están bajo tratamientos médicos incompatibles con la vacunación COVID.